Hace dos fines de semana
estuve por Cuenca un par de días. Cuenca nos pareció muy bonita con sus casas colgantes
de madera y el verdor de sus árboles (y sus muchas cuestas que me costaron un dolor de gemelos al día siguiente no muy agradable jaja).
El tiempo fue estupendo,
íbamos preparados para el frío y sólo refrescó por las noches, por el resto en
manga corta, todo un lujo tratándose de Cuenca y de octubre, ya que el guía con
el que hicimos la visita nos dijo que tenían nueve meses de invierno y tres de
infierno.
El sábado comimos en El
Secreto de la Catedral, me lo había recomendado un amigo de mi padre, y fue
todo un acierto! La verdad que no tengo fotos, toda una pena, pero nos costó un
rato encontrar sitio para sentarnos, estaba lleno y tardaron en atendernos
demasiado por lo que en cuanto llegó la comida la engullimos del hambre que
teníamos… Aún así, pedimos una gigantesca y estupenda Hamburguesa de Ciervo y
una gran Ensalada de rulo de cabra con frutos secos.
En una tienda que había frente a Información turística entramos y compramos algunas cosas ricas como esta miel de Cuenca (baratísima por cierto, 12€ dos kilos de miel). Y también una torta de miel y frutos secos, Alajú, pero que por desgracia nos trapiñamos y no llegué a hacerle foto...
Al día siguiente de vuelta,
decidimos parar por Albarracín y comer aquí para emprender el camino con el
estómago llenito.
Estuvimos en el Restaurante
La Alcazaba, y fue otro gran acierto!
Nos atendieron rápido y
fueron muy amables. Cada plato lo explicaban con todo detalle. Algo caro pero era
un buen sitio y comimos muy bien.
De primero pedimos unos
entrantes que fueron Migas serranas con uvas tintas y la Jerigota con huevo.
Las migas estaban muy buenas, aunque más que migas eran tostones con jamón
serrano y cebolla. La Jerigota nos llamó la atención por su nombre, era un
pisto de cuchara con un huevo frito, muy bueno también.
De segundo pedimos Jabalí en vino tinto, acompañado de puré de patatas. La carne se deshacía en el mismo momento de pincharla, estaba tierna y con un rico sabor de la salsa de vino.
De postre tenían miles de
cosas con queso: flan de queso, cuajada, pastel de queso, pero a mi se me
cerraron los oídos en cuanto escuché “queso añejo con mermelada de calabacín y
jengibre”. Obviamente no me puedo resistir a ese tipo de mezclas tan llamativas
y lo pedimos… la mermelada estaba deliciosa, les hubiera pedido un botecito
para casa jaja!
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