Como
prometí, aquí va la entrada de Málaga y Granada. No obstante, he de decir que
me he vuelto a retrasar en su publicación pero por como siempre por falta de
tiempo, aún así, prometo intentar hacer más entradas próximamente; sobre todo
porque me estoy metiendo en el mundo de los celíacos, y de hecho, ayer, estuve
en un taller de cocina para celíacos, que pronto os comentaré. Aprovecho para
decir(les) también que voy a hacer una sección sin gluten a partir de ahora (pasado
mañana la primera receta!!).
Este
viaje fue un viaje planeado un mes antes, fue un poco sorpresa y gracias a una
compañera de mi padre que nos dijo que los billetes en ave a Málaga estaban
baratos si los cogíamos con tiempo, ¡Y bingo! La verdad que bastante bien de
precio y eso que por tardar un día más y asegurarnos nos aumentó el precio de
la ida en 10€ cada uno, pero bueno…
El
viaje muy tranquilo y rápido, ya se sabe, en ave, a toda velocidad. Nada más
llegar nos sentamos a comer en un bar al lado del hotel, Narixa, muy amables,
muy rápidos y todo muy bueno. Cuando pedimos nos dijeron un montón de cosas,
entre ellas “porra malagueña”, “pescaito frito” y “berenjenas con miel de
caña”, no pudimos resistirnos la tentación de ninguno de los tres, y aún pedimos
más cosas.
Nos
sorprendió el nombre “porra” ya que al menos, lo que yo conozco por porra, es
un churro más grande y a veces relleno de crema. Así que en cuando preguntamos
nos dijeron que era una especie de salmorejo, a mi madre y a mí se nos hicieron
los ojos chiribitas y pedimos dos.
Con
las berenjenas, por no repetir, me pedí otra cosa, pero me pasó lo mismo, gran
entusiasmo al oírlo jajaja (aunque mi padre prefirió no echarse miel).
Luego
estuvimos paseando por la Alameda y cenamos en un
conocido restaurante, Miguelito El Cariñoso, con una estupenda amiga que
trabaja en Málaga pero que es de Sevilla.
Pedimos unos espetos, calamares, almejitas, y una jartá de cosas más.
Ah y no fotografié las conchas, que se parecen a las ostras, pero aún más buenas!!!
Al
día siguiente nos fuimos a Granada a la Alhambra. Nos hizo un bonito día
soleado y más bien caluroso. Aprovechamos para hacer muchas fotos.
Ya habíamos
estado hace unos diez años, pero yo no me acordaba casi, además, tuvimos la malísima suerte de que cuando se
fueron a revelar las fotos, hubo un robo en la tienda y se perdieron todas…
Comimos
en un pequeño restaurante que hay dentro de la Alhambra, que también es un hotel, Hotel América. Tiene unas mesas preciosas, cada una diferente,
como véis.
Terminamos
de pasar el día hasta la hora de cenar que llegamos a Málaga, muertitos después
de todo el día, pero volvimos a cenar pescaitos
fritos. Pulpos fritos al ajillo. Rosada adobada al limón (esto me pareció
exquisito, con el sabor del limón era muy refrescante). Gambas. Etc. Pero no pude hacer foto.
Eso sí, en Granada comimos Piononos.
Al
día siguiente fuimos al Museo Picasso, nos encantó; en esta familia somos, como
dice mi padre, muy picassianos y chopinianos. Ese día comimos en un
restaurante súper chulo, El Clandestino, como podéis ver.
Fue
muy gracioso porque conforme salíamos del museo, iba yo diciéndole a mi padre, “hace mucho tiempo que no hacemos pastela, me
apetece mucho”. Dos minutos después,
era feliz, ¡estaba pidiendo pastela para comer! A veces tengo intuiciones de
este tipo…
También
pedimos ensalada césar, que estaba riquísima.
Y
lasaña vegetal.
Se
notaba que era todo casero. La atención de las camareras fue admirable, cosa
que no siempre se puede decir de todos los servicios.
Por
la tarde estuvimos con otros amigos que sí son de Málaga, y su hija, que es
diabética tipo I, tan pequeñita, pobre, nos daba una penita verla que se tenía
que pinchar. Estuvimos en un conocido bar,
por llamarlo de alguna manera, Puerta Oscura, es muy famoso en Semana Santa,
nos dijeron; no pude hacerle fotos, estaban en obras.
Nos
regalaron dos biznagas, flores de jazmín. Preciosas y con un olor buenísimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario