El otro día Diana, me preguntó si conocía algún postre un poco menos dulce, más light, ya que está siguiendo una dieta y es difícil privarse de ciertas cosas, y sobretodo, de las buenas y dulces.
Estuve un rato pensando qué hacer para quitarle el azúcar a un buen postre.
La fructosa es un derivado de la fruta, es mucho más sana que la sacarina, ya que ésta deriva del carbón y se obtiene mediante una síntesis con petróleo.
Está recomendada para personas diabéticas y que hacen dietas, aunque para los primeros a veces dicen no ser demasiado adecuada, ya que sube la glucemia.
La fructosa es un edulcorante que endulza mucho, así que por cada parte de azúcar blanco, habrá que reducir a la mitad la cantidad de fructosa.
De todas formas, no hay que abusar de los sustitutos del azúcar.
Este bizcocho es una adaptación del original que ya hice en otra receta anterior, del que también os dejo el enlace.
Como dije en aquella receta, las medidas* están hechas con el envase del yogur.
Como dije en aquella receta, las medidas* están hechas con el envase del yogur.
-medio yogur natural (puede ser desnatado)
-media medida* de aceite de girasol
-un huevo
-media medida* de fructosa
-una medida* y media de harina, y una cucharada más para el molde
-1/4 de un sobre de levadura
-ralladura de medio limón
-una cucharada y media de cacao en polvo
-media cucharada de pepitas de chocolate
-media cucharadita de margarina
En un bol añadimos todos los ingredientes, pero de la forma siguiente, primero: el yogur, el huevo, la fructosa y el aceite de girasol. Y después, tamizamos la harina y la levadura, sobre los ingredientes anteriores.
En este momento precalentamos el horno, a 200º.
Mezclamos todos los ingredientes con una varilla.
A continuación rallamos la piel de medio limón y volvemos a mezclar.
Una vez bien incorporada la ralladura de limón, añadimos el cacao en polvo, tamizándolo también, y las pepitas de chocolate, y volvemos a remover.
Elegimos un molde y lo engrasamos bien con la margarina, con la ayuda de un papel absorbente, y después espolvoreamos con la harina que hemos reservado antes por todo el molde.
Seguidamente vertemos la mezcla dentro del molde, tapamos con papel de aluminio y lo metemos al horno, subiendo la temperatura a 240º, durante 45 minutos.
Aproximadamente, a partir, de los 30 minutos, cuando haya subido lo suficiente, podemos abrir, pero rápidamente, para comprobar, con un palito de madera, como siempre, si el bizcocho está hecho. Os recuerdo que los bizcochos no deben abrirse hasta que no hayan subido lo suficiente ya que en cuanto abramos y el calor salga al exterior, no subirá más.
Pasado este tiempo de horneado lo sacamos.
Con la ayuda de un cuchillo, pasamos la punta por los bordes del bizcocho para despegarlo del molde. Lo dejamos enfriar, sin desmoldar, sobre una rejilla, durante 15 minutos.
Para decorar y ya que es un postre light, únicamente he espolvoreado con media cucharadita de azúcar glas para dar un toque de color.
Diana, este bizcocho lo he hecho especialmente sólo para ti; para cuando tengas un arrebato de chocolate, como ayer, y lo puedas hacer cuando quieras y que lo disfrutes tanto como lo hemos disfrutado nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario